¿Es genética la miopía? Causas y cómo prevenirla

Muchos padres se preocupan al descubrir que ellos son miopes y se preguntan: “¿le pasará lo mismo a mi hijo?”. La miopía tiene un componente hereditario, sí, pero no es el único factor. El estilo de vida y los hábitos visuales de los niños influyen mucho más de lo que solemos pensar.

¿Qué es la miopía infantil?

La miopía aparece cuando el ojo es un poquito más largo de lo normal. Eso hace que las imágenes se enfoquen delante de la retina en lugar de hacerlo sobre ella. ¿El resultado? Los niños con miopía ven bien de cerca, pero les cuesta distinguir con claridad lo que está lejos, como la pizarra en el colegio o las señales en la calle.

¿Es genética la miopía?

La herencia influye. Si uno de los padres es miope, el riesgo para los hijos aumenta, y si ambos lo son, todavía más. Pero ojo: que sea genética no significa que sea inevitable. Hoy sabemos que el entorno y los hábitos visuales tienen un papel clave en cómo y cuándo aparece.

Factores ambientales que influyen

Vivimos rodeados de pantallas y cada vez pasamos menos tiempo al aire libre. Esa combinación favorece que la miopía aparezca antes y avance más rápido. Algunos factores de riesgo son:

  • Uso excesivo de móviles, tablets y ordenadores.
  • Leer o estudiar a distancias muy cortas durante mucho tiempo.
  • Pasar poco tiempo al aire libre y con luz natural.
  • No hacer descansos visuales durante las tareas de cerca.

¿Cómo prevenir la aparición de la miopía?

No podemos cambiar los genes, pero sí los hábitos diarios. Algunas recomendaciones útiles son:

  • Más aire libre: al menos 2 horas al día.
  • Menos pantallas: establecer límites y promover descansos frecuentes.
  • Hábitos saludables de lectura y estudio: buena iluminación y mantener la distancia adecuada.
  • Revisiones periódicas: detectar a tiempo cualquier señal de alerta.

 ¿Y si hay antecedentes familiares?

Si en la familia ya hay miopía, conviene estar aún más atentos. Lo ideal es:

  • Iniciar revisiones visuales desde los 3–4 años y repetirlas cada año.
  • Observar si el niño se acerca demasiado a la tele o entrecierra los ojos.
  • Consultar sobre programas de seguimiento y control de miopía, que ayudan a frenar la progresión antes de necesitar gafas más potentes.

La miopía no depende solo de los genes: hay mucho que podemos hacer para retrasar su aparición y cuidar la salud visual de nuestros hijos.

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